Yebra es un saco de recuerdos: veranos inolvidables, nuestros hijos jugando en la calle, Becinito (histérica) buscando a Georgito que se había dormido entre dos abuelos durante el baile de las fiestas, Miguel cortando jamón que había que probar si o si, el inefable Dr. Kamps empapándose de sus raices, la romería a Santa Orosia de todos los junios y aquel año que Carlitous hacía de rapatán, las banderas y el viento, el Pozo de Nieve, esas puestas de sol sobre el campo junto a la escuela,...nunca olvidéis los buenos ratos, son como el poso que queda al final, después de todo, y eso, como las ganas de pintar, no nos lo recortarán nunca.
Steadtler de 0'1 sobre Moleskine.
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