SALLENT DE GÁLLEGO

Pueblo fronterizo, a escasos ocho kilómetros de Francia, al Norte de la provincia de Huesca, en medio de los Pirineos.

Nada es ya como era.
El Sallent de cuando era niño.
Las vacas volviendo a última hora a los establos mientras me preguntaba cómo sabían volver ellas solas todas las tardes inundando todo el pueblo de olor a ...eso.
Salir tras el desayuno para volver al mediodía tras pasar toda la mañana encorriendo para cascar a Manolito, el que luego de hizo Guardia Civil.

Los baños en el agua helada del Gállego, mientras mi tío Urelio pescaba cuatro pasos más arriba truchas para la cena, donde ahora no quedan ni barbos como los de mi estanque.Y Rosa, de Casa Serena, con la que pateábamos las eras, los prados y el Aguas Limpias, donde hicimos una casita de ramas, que los del pueblo nos rompieron porque eran todos unos rebordencos y les fastidiaba que anduviéramos con Rosa, con la que pateábamos las eras, los bosques y el Aguas Limpias.

Aquellos vasos de leche, que preparaba Pepita, y tomaba por la noche y que casi valían como cena.

Y luego a dormir con la luz apagada para que no vinieran esos mosquitos trompetistas, casi jurásicos.

Creo que nos hemos dejado robar demasiadas cosas...

Lo que ves en esta acuarela ya no existe; en su lugar una urbanización de adosados a 90 kilos, donde los anónimos dueños vienen con sus cochazos, esquían y se van, y nadie sabe ni qué cara tienen, ellos se lo pierden, y sobre todo sus anónimos hijos, tan anónimos como ellos.

A partir de mañana por ahí andaré, recorriendo los lugares donde pasé los más felices e interminables veranos que un niño pueda desear.

Nos vemos en Septiembre, espero que con una buena colección de acuarelas y apuntes; esta, un fragmento, para variar, Arches de 300 y Schminke, agárrate, de 1999.