El mar, para los de tierra adentro, tiene un algo especial. Lo que más me llama la atención es ese aroma a humedad, a sal, y esa brisa que te impregna la ropa con esos olores...
Hace mucho tiempo, demasiado, que no me he acercado. No vale eso de pasar por la autopista a escape, y decir -mira el mar- señalando una mancha azulada en el horizonte.
Me refiero a otras cosas.
Dejar que tus pies, con arena pegada, se laven con el ir y venir de las olas.
Paseos sin prisas por la playa.
Ir y venir por los espigones.
Dejarte llevar por el puerto mientras los barcos de pesca van y vienen.
En fin... sentir.
Y, por supuesto, pescadito y un vino blanco como Dios manda, eso por descontado!
Arches y lo de siempre.
Arches y lo de siempre.
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