Viernes de Febrero; Semana Blanca; Dos días en Sallent.
Tras madrugar por segundo día, el viernes, para llevar a esquiar a William, George y Natxo, a eso de las once, y para echar la mañana, llegamos con MJ al Balneario de Panticosa, a donde por una serie de casualidades no habíamos subido desde hacía, por lo menos, un par de años.
En la orilla norte del lago hay un pequeño púlpito que en otros tiempos se utilizaba para acceder a las barcas que alquilaban en verano y que, en las soleadas mañanas de agosto, salpicaban de colores las aguas trasportando familias con niños chillones y parejas de novios que iban hasta la esquina opuesta, creyendo que la distancia hacía sus carantoñas menos indiscretas...ilusos.

Al caer la tarde, libre ya el lago de ruidosos visitantes, es la hora de los pescadores, uno de los cuales, monfloritano a más señas, perseverante donde lo haya, se hace fuerte en el púlpito desde donde lanza sus aparejos de mosquitos, con la aparente facilidad que da la experiencia, esperando que una generosa trucha le regale unos momentos de emoción cuyo relato acompañe la cena.
Pues allí mismo nos sentamos, y aquí tienes la foto de lo que se veía: La nieve, los árboles desnudos y, al fondo, el Casino.

Y aquí el apunte que hice mientras disfrutábamos de nuestros silencios, y es que hay veces que para estar juntos no necesitas más que eso, silencios.